sábado, 9 de diciembre de 2017

Ellos(47)

9/XII/2017



 Ella lo recibió con toda la pasión de su estirpe guajira
como la primera vez
Contoneando todo su cuerpo imbatible
Con fogosidad contenida durante largos días de invierno
Y ella se extasió lentamente con su virilidad bravía
Saboreándola y relamiéndola como diosa del caribe

Ella lo poseyó, lo hizo suyo
Lo atrapó entre sus piernas, lo devoró en absoluta calma reflexiva
Lo amó con su cuerpo, con su mente y con su alma
Extasiándose con cada beso , con cada caricia ,con cada movimiento
                          
No dejó nada de él para mañana, ni la piel ni los huesos, ni el corazón
pero el florecía con cada mordisco
Sus senos le alimentaron por mil años

Renacían en su corazón y su piel nuevas pasiones indescriptibles
 Él era total mente suyo y lo sabía
 Y la promesa entre ellos se renovó por mil años más
Como dioses del olimpo que renacen cada tanto.



martes, 8 de septiembre de 2015

Noche Perfecta



Se despertaron, uno abrazado al cuerpo del otro, tras una noche que no les había alcanzado para amarse lo suficiente.

 Se Hizo corta la noche y les perseguía la madrugada envidiosa que se paseaba inquieta frente la puerta de la cabaña ,junto a los nativos chismosos que no dormían alimentándose de las fuerzas de los amantes.

Se entregaron sus cuerpos, solamente al placer silencioso, eterno, perfecto. Fueron perfectas sus miradas, sus  caricias, caricias únicas, hechas a mano una  a una.
Los gemidos retenidos henchían el pecho y aumentaba su placer .Sus labios incesantemente humedecidos por los besos pasionales no se cansaban de prodigarse la más tiernas caricias que aun los dioses envidiaban.

Fueron perfectas las uniones de sus cuerpos, las miradas, pero sobre todo el contacto de sus dedos sobre sus pieles de ébano. Ébano puro cultivado en los mejores campos a orillas de ríos caudalosos, bajo el sol benigno del trópico.
Cuerpos perfectamente acoplados, hechos el uno para el otro desde tiempos sin memoria.

El café no fue hecho con leña ni pudieron levantarse con el alba, ni el mar les abrió sus brazos esa mañana .Pero esa noche fue perfecta.

domingo, 27 de octubre de 2013

Su fotografía



El había tratado de no pensar nuevamente en ella. No quería  volver a llenarse de una fantasía pueril y simplemente cerraba los ojos con fuerza. Pero la fotografía sobre su escritorio no ayudaba mucho a olvidarla .Solo mirarla le encendía la circulación, la respiración se le agitaba y deseaba salir corriendo a  abrazarla acariciarla  y cubrirla toda de besos. Distancia cruel e indolente.

Lo estremecía ver su fotografía. Aquella sonrisa eterna llena de vida y futuro, le hacía soñar despierto, soñar con un mundo de celuloide junto a ella, un universo en el que la distancia no existiera más y el mar los esperara siempre sin afán alguno. Un día sin más prisa que llegar a casa y encontrarse uno frente al otro, besarse sin mediar palabra y desnudarse mutuamente para extasiarse en un largo abrazo, profundo, ininterrumpido, perfecto.

Alzaba sus ojos mucho más lejos de la línea del horizonte .Un horizonte en el que estaban uno junto al otro .Ella recostada sobre su pecho, profundamente dormidos en una tarde perezosa. Un sueño tan tranquilo como el de un recién nacido. Un sueño más profundo que el Caribe o la fosa de las Marianas .Una tarde de domingo, perezosa como cachorra recién parida .Una tarde lenta y fría. Lenta  como ninguna. Lenta como amanecer nórdico. Lenta como los sueños verdaderos. Tan lenta como enredadera de pensamientos que se enraízan en el corazón e invaden los brazos y las piernas. Una tarde tan lenta como las lágrimas  convirtiéndose  en semillas.

Aquellos ojos sinceros, su esbelto cuerpo, su lacio y negro cabello, testimonio de su herencia guajira enmarcando una hermosa y sensual sonrisa ,solo invitaban a revivir un amor adolescente casi del todo olvidado. Mordía sus labios para no gritar su nombre por la ventana. Casi podía  sentir el aroma de  su cabello rozándole el cuello mientras abrazaba su figura menuda y los femeninos dedos recorriendo su espalda.

Guardaba en secreto aquella poderosa emoción, no la habría compartido ni siquiera con su mejor amigo y confidente, pues pensaba que solo contarlo rompería aquel  hechizo mágico que obnubilaba sus sentidos y le inspiraban a pensar en todos los medios posibles para sacarla de aquella fotografía en el patio de la abuela.


domingo, 29 de septiembre de 2013

Encanto de princesa guajira



Princesa guajira  que contemplo con intriga
 por saber en dónde se esconde el misterio de su encanto

Tal vez en el color de sus ojos
O en la pasión de sus labios  candentes   
 O tal vez en la tibieza de su cuerpo en la madrugada de aquel desierto ancestral que no me deja pensar en otra cosa que abrigarme con sus brazos por una semana entera   

Sus caderas heredadas de las diásporas de oriente
Siempre impregnadas  del candor de las  tierras de princesas nubias que me enloquecen, que me obnubilan, que me atrapan


Y su pecho
Su pecho, por Dios, su pecho
de matriarca de un pueblo entero
Que  invita a  soñar con un futuro  afortunado  y cierto  

Y sus  piernas  de palmeras del  Oasis ,
que no puedes terminar de escalar aunque lo intentes desde la madrugada más temprana
Que  te invitan a dejarte vencer por el abrazo pasional sin pensar en  ninguna otra cosa que beber una y otra vez de su fuente.

Princesa guajira que enamora
con su caminar contoneante y caprichoso
   
Sin decir ni una palabra
Solo con su mirar profundo
Y su pensamiento milenario
Contemplativo y  eterno .

Fin

lunes, 29 de abril de 2013

Tu sonrisa





No se por que muchas veces  contengo mis labios
Y no digo todo lo que me gustas
Por que eres simplemente hermosa
No solamente por fuera
Si no desde lo más  superficial de tu corazón
Amo tus palabras de aliento cada mañana
Tu mirada tranquila
Tu andar señorial
Tu porte de princesa guajira
Tus ojos bajo un cielo estrellado
Tu sonrisa que te viste completa cuando me poso frente a ti    contemplando tu rostro

Te amo 

domingo, 28 de noviembre de 2010

Suspiros


Suspiros que van hacia el norte
Con pensamientos perezosos
Anhelos de sueños tardíos
que se cuelan por la ventana

Estupor difuso y frio
Respirar entrecortado
Manos lentas
Dedos fríos.


Somnolencia Guajiras

Somnolencias Guajiras
(…del librito bajo la almohada)
Relato


ADVERTENCIA

 Los hechos referidos en este relato para nada tiene que ver con guajira real alguna que haya enloquecido mis sentidos y se haya entremezclado con mis ilusiones y fantasías más profundas. Tampoco es cierto que no pueda dormir de ganas de abrazarla toda una noche tibia bajo un cielo tapizado de estrellas  y/o que me muera de ganas de besar sus labios carnosos mientras escuchamos reggae en isla tropical alguna y hacemos el amor en una hamaca. Espero que esto haya quedado suficientemente claro . Todo lo escrito está basado en una hipotética protagonista de talle sublime ojos de ensueño y piel canela de otro país … o mejor de otro continente de mi loca imaginación .

Su fotografía

El había tratado de no pensar nuevamente en ella. No quería  volver a llenarse de una fantasía pueril y simplemente cerraba los ojos con fuerza. Pero la fotografía sobre su escritorio no ayudaba mucho a olvidarla .Solo mirarla le encendía la circulación ,la respiración se le agitaba y deseaba salir corriendo a  abrazarla acariciarla  y cubrirla toda de besos. Distancia cruel e indolente.

Lo estremecía ver su fotografía. Aquella sonrisa eterna llena de vida y futuro, le hacía soñar despierto, soñar con un mundo de celuloide junto a ella, un universo en el que la distancia no existiera más y el mar los esperara siempre sin afán alguno. Un día sin más prisa que  llegar a casa y encontrarse uno frente al  otro, besarse sin mediar palabra y desnudarse mutuamente para extasiarse en un largo abrazo, profundo, ininterrumpido, perfecto.

Alzaba sus ojos mucho más lejos de la línea del horizonte .Un horizonte en el que estaban uno junto al otro  .Ella recostada sobre su pecho, profundamente dormidos en una tarde perezosa. Un sueño tan tranquilo como el de un recién nacido. Un sueño más profundo que el Caribe o la fosa de las Marianas .Una tarde de domingo, perezosa como cachorra recién parida .Una tarde lenta y fría. Lenta  como ninguna. Lenta como amanecer nórdico.Lenta como los sueños verdaderos .Tan lenta como enredadera de pensamientos que se enraízan en el corazón e invaden los brazos y las piernas. Una tarde tan lenta como las lágrimas  convirtiéndose  en semillas.

Aquellos ojos sinceros,su esbelto cuerpo, su lacio y negro cabello, testimonio de su herencia guajira enmarcando una hermosa y sensual sonrisa ,solo invitaban a revivir un amor adolescente casi del todo olvidado .Mordía sus labios para no gritar su nombre por la ventana. Casi podía  sentir el aroma de  su cabello rozándole el cuello mientras abrazaba su figura menuda y los femeninos dedos recorriendo su espalda.
Guardaba en secreto aquella poderosa emoción, no la habría compartido ni siquiera con su mejor amigo y confidente, pues pensaba que solo contarlo rompería aquel  hechizo mágico que obnubilaba sus sentidos y le inspiraban a pensar en todos los medios posibles para sacarla de aquella fotografía en el patio de la abuela.

 Caballería  Rusticana

Extrañó  el abrazo que nunca  le  había dado con su vestido rosado. Extrañó  la tersura de sus manos y el calor de su talle cuando se recuesta sobre su pecho y también extrañó  la  caminata  por el rio con ella los domingos en la tarde. Ahora solo  pensaba en cómo ir a  su rescate  en  blanco corcel y refulgente armadura. No podía dejar de pensar en ella. La levantaría en pleno galope sobre el anca y saldrían corriendo raudos por la llanura .Sin decir adiós, sin mirar atrás, sin despedidas ni lágrimas, sin nostalgia. Solo con una gran  sonrisa a su espalda. Ella, princesa guajira aferrada a su cuerpo. Sosteniéndose con todas sus fuerzas, plena de gozo por que la llevaría a su castillo y sería su  princesa por siempre.

A bordo de sí mismo.

Él tenía que emprender un largo viaje, un viaje a bordo de sí mismo. Un viaje en que no podía llevar consigo más que la mente clara y el corazón desnudo. Le inspiraba no solamente conocer  su cuerpo de ensueño, o sus ojos de felina en celo o su figura esbelta; le inspiraba profundamente la fuerza de su espíritu ,la ternura en cada palabra cotidiana. Le inspiraba su  sensualidad en cada susurro al caer la tarde, la agudeza de sus sentidos, la energía que le imprimía a cada cosa que hacía, la alegría por cada pequeño o gran logro.

   Con rumbo Norte

Él se llenó de angustia .Sus manos se entumecieron de frio  y su corazón dejó escapar una lagrima. Mirar al norte ahora le imprimía mucha incertidumbre pero también mucha pasión. Mirar al norte como el grumete en la punta del barco en una noche brumosa con escasa  visibilidad, sin una brújula cierta. Sin una marea segura. Necesitaba una voz firme que le sirviera de faro en la noche oscura. Necesitaba ir a sus raíces encontrar de nuevo el camino, vivir una vez más solo con una buena camisa y un sombrero. Sentir que realmente estaba vivo  y que existía una razón valedera para viajar en búsqueda de sentido.

El frio de la noche y la soledad de la impersonal ciudad lo atormentaban. Apretaba un brazo contra el otro simulando uno de los abrazos eternos que se daban al caer la noche y friccionaba su pecho en busca de calor.Pensó entonces ,como  podría ser realmente un hombre sin poder besar sus labios. Sin que sus manos tocaran su piel .Con su pecho siempre frio al anochecer. Cómo podría convertir en realidad esa fantasía sublime, aquel sueño que le hacía hervir la sangre y le hacía estar vivo.
Podía sentir la arena bajo sus pies desnudos con tan solo cerrar los ojos. Aspiraba la brisa del mar llena de sal .Sal de su piel, sal  de su alma , sal de sus lágrimas.

  La plaza

Se distinguieron a la distancia el uno al otro sin mayor dificultad. Se había metido  uno en la mente del otro y sus siluetas eran ya  inconfundibles.
El la tomaba por el talle mientras caminaban por la plaza, contemplando su enorme sonrisa al medio día  bajo el sol inclemente del verano costeño. Un provocativo “cholao” valluno los esperaba en la esquina de la plaza y por el sol intenso casi no levantaban la mirada mientras se tomaban de la mano. El ambiente fresco de la  heladería los acogió de inmediato y corrieron a sentarse a la única mesa disponible  , el deslizaba travieso su mano sobre su pierna bajo su vaporoso vestido mirando por la puerta como a través de un cuadro de Van Gogh.

  Al fin “El Cabo”

El estaba allí  finalmente en “El cabo” después de mucho tiempo y un largo viaje, de pie contemplando el mar, todo vestido de blanco, esperándola. Mirando al horizonte perdido que le transporta al espacio infinito. Se extasiarían con el atardecer ,una puesta de sol perfecta ,hecha solo para los dos.
Ella despreocupada preparaba la manta guajira que le había prometido usar aquella tarde y sonreía. Caminó parsimoniosa hasta  la cabeza de playa, feliz, llena de júbilo, sabiendo cumplido el primero de sus sueños. La brisa en el cabo soplaba incesante. Ella recostó su cabeza sobre su hombre, aquel con el que había soñado por largo tiempo ,aquel que sabría saborear sus amores. Tal como estaba escrito,la abrazó contra su pecho con ternura pero también con pasión infinita y deseó con todas sus fuerzas no soltar su mano jamás.
 La terraza
La tomó  suavemente por los brazos y la sentó sobre sus piernas a horcajadas en la irresistible mecedora de madera en la terraza .La besó. La brisa marina de la mañana los golpeaba celosa refrescando su necesidad profunda. El aire era transparente. Como nunca la luz lo inundaba todo sin encandilar. Se contemplaron fijamente y vieron por vez primera las niñas de sus ojos. Las sonrisas palidecieron al irse transformando en deseo, fascinación y desconcierto.

Calló la noche, no solamente cayó. Aquella noche guajira hecha solamente para los dos. Una noche en la que las estrellas los arrullaron con la música de las esferas. Una noche en la que compartieron una hamaca estrecha, abanicados con la brisa del mar que atizaba una fogata con leña. Noche con grandes luceros que los miraban con  envidia, escudriñándoles inquietos su desnudez ingenua.

Los sorprendió la madrugada uno atado al cuerpo del otro. El calor de la mañana los sacó perezosamente de la hamaca. Los terminó de despertar el aroma inconfundible del café hecho con leña y un poco de canela. Sin ninguna prisa saborearon la bebida en los pocillos de peltre, agachados frente al fogón de tres piedras mirando hacia el horizonte desde la  sencilla cabaña wayuu. Sin sentir sus pies llegaron hasta la playa tomados de la mano, se adentraron en el calmo mar que los abrazaba a su paso. La larga playa del cabo se prolongaba por unos 20 metros hasta cubrirlos a la altura de los hombros. Allí no hubo ropas que les estorbaran. El jugueteo cómplice de las tranquilas olas, facilitaron la danza marina del encuentro de Venus y Marte. Sus  cuerpos se fundieron en uno ,se devoraron con pasión infinita y sabor a sal , arena y sal ,sal de la vida.

Continuara…